Aqui empieza:
La calle estaba oscura. Dos ojos vigilaban mis pasos, pasos cada vez más veloces. Esta noche, la luna no hacía su trabajo de farola ya que unas nubes oscuras eclipsaban su luz.
Una noche más ese perro me seguía, ¿acaso no sabe que no puedo encargarme de él? Yo también perdí un familiar al igual que él, un familiar que teníamos en común, ¡mi hermano gemelo!
Empezó a tronar y acto seguido una tormenta se desató. Estaba abatido, me di por vencido y me senté en una esquina de la calle. Encendí un pitillo para calmar mi pulso y mis nervios. El perro se acercó alegremente para darme unos lametones y divertirse, pero pronto desistió al ver las lágrimas cayendo por mis mejillas. Si no hubiera sido por mi culpa su dueño estaría vivo. Todavía no entiendo el motivo por el que me dio una oportunidad para vivir mi vida pagando con la suya. Mi vida, una vida sumida en las drogas, las deudas, la mafia y el alcohol.
Todo empezó cuando yo le regalé aquel pequeño cachorro…
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